Si fueras homosexual y nacieras en Juchitán es muy probable que tu familia te viera como unabendición. Si hubieras crecido en la Sierra Tarahumara, nadie haría escándalo cuando te arrejuntaras con tu pareja, nunca como sucede con los tremendos tangos que se arman en las ciudades.
Es cierto que vivir en una comunidad indígena en México tiene muchas dificultades, pero entre algunas de las ventajas encontramos que no hay tantos prejuicios contra los hombres homosexuales como en otros lugares supuestamente más desarrollados. Sin embargo, las mujeres lesbianas no tienen reconocimiento social en estas comunidades.
Lamentablemente lo que se sabe sobre este tema aún es muy poco y las investigaciones son escasas. No podemos generalizar lo que ocurre en cada comunidad, porque cada una tiene sus particularidades.
El muxe
Juchitán es una tierra zapoteca de Oaxaca donde además de existir hombres y mujeres están los “muxe”, palabra con la que se conoce a los homosexuales. Es una adaptación a la palabra “mujer”, porque en el zapoteco de Tehuantepec no existe el sonido “j”, como lo explica Marinella Miano, profesora de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).En esta comunidad, los homosexuales no son rechazados, pues la gente cree que tienen dones especiales otorgadas por Dios. A las lesbianas se les llama “ngui'ú” pero no son aceptadas socialmente y esta palabra puede ser usada como insulto.
Si una madre se da cuanta de que uno de sus hijos se comporta más como niña que como niño, lo educará para ser “amo de casa” y cuidar a los hermanos, a los enfermos y a los ancianos. No hace ningún drama; es más, para ella esto es como una bendición. La función del muxe tiene relación con todo lo que es el arreglo del cuerpo, de los lugares y de las casas. Son estilistas, diseñadores de moda, decoradores, brujos y curanderos. Además, inician sexualmente a los chavos, ya que los adolescentes tienen prohibido acostarse con mujeres antes de casarse, para preservar la virginidad femenina.
Los muxes enseñan lo que es el cortejo, la seducción y cómo tratar a una mujer, toda una serie de cosas que tienen que ver con la sexualidad, pero esto no significa que estos adolescentes sean homosexuales, porque aquí se considera homosexual únicamente al hombre que se viste de mujer y que juega el papel pasivo en las relaciones sexuales.
Los nawiki
En la comunidad tarahumara, a los homosexuales se les dice “nawíki” o “renéke” en esta comunidad. “Nawi” significa “el que canta” y se usa para los hombres; mientras que “rene” significa “la persona que le gusta tener sexo con otra persona de su mismo sexo”, y aunque no importa que sea hombre o mujer, se identifica más con ellas.
A últimas fechas se ha integrado el término de “osexuales”, una adaptación de “homosexuales”. La comunidad rarámuri acepta bien a los homosexuales: un hombre puede casarse con otro hombre, aunque no haya un ritual de por medio, simplemente se juntan y llevan una vida tranquila.
De acuerdo con Juan Carlos Pérez, coordinador de un proyecto de educación sexual para jóvenes en la Sierra Tarahumara, el renéke tiene la fuerza de dos hombres, porque son hombre y mujer, aunque casi todos adoptan el papel femenino, se ocupan del hogar y se visten muy coloridamente.
¿Paraísos gay?
Sin embargo, estas dos comunidades no son un paraíso gay, pues aunque exista aceptación hacia los hombres homosexuales, las mujeres no tienen el mismo valor. Además, al homosexual se le utiliza como objeto erótico y pueden llegar a presentarse algunas agresiones.
Juan Martínez nació en el municipio de Chinameca, ubicado al sureste de Veracruz, casi llegando a Tabasco. No es indígena de sangre pero sí de corazón, porque ha convivido por más de 15 años con las comunidades nahuas y popolucas de Soteapan y Pajapan.
Contrario a la creencia general, no piensa que su estado sea un lugar especialmente tolerante hacia los homosexuales, porque quien se traviste es aceptado por encimita, pero le son negados espacios de trabajo y son usados sexualmente.
Antes de la conquista
Es difícil conocer la forma en que las culturas prehispánicas veían la homosexualidad, debido a la destrucción de los códices, el rompimiento de la tradición oral y la manipulación sobre las prácticas sexuales de los indígenas. Fray Bartolomé de las Casas afirma en sus libros que en algunos pueblos mayas de Guatemala los jóvenes enviados a los templos practicaban el “grave pecado de la sodomía”, pero apunta que se toleraba este “vicio” para evitar que los jóvenes embarazaran a las muchachas antes de cumplir los 30 años.
Fray Bernardino de Sahagún afirma que para los pueblos del centro, el ideal de comportamiento era ser “varonil”, mientras que un hijo podía ser indeseable por “afeminado”. De los originarios de Tlaxcala, los historiadores Juan de Torquemada y Diego Muñoz Camargo decían que había hombres afeminados en traje de mujer, que eran menospreciados y que los pueblos tenían “por grande abominación”, mas no era castigado.
El teólogo Pedro Sánchez de Aguilar consigna que cuando los indios se emborrachaban con pulque y hacían sus ceremonias antiguas, le daban rienda suelta a los vicios carnales, incluida la sodomía. Comparados con los nahuas del centro de México, los textos hacen parecer a los pueblos mayas como sociedades más tolerantes hacia las actividades sexuales premaritales, las relaciones homosexuales y el adulterio femenino.
Lamentablemente lo que se sabe sobre este tema aún es muy poco y las investigaciones son escasas. No podemos generalizar lo que ocurre en cada comunidad, porque cada una tiene sus particularidades.
El muxe
Juchitán es una tierra zapoteca de Oaxaca donde además de existir hombres y mujeres están los “muxe”, palabra con la que se conoce a los homosexuales. Es una adaptación a la palabra “mujer”, porque en el zapoteco de Tehuantepec no existe el sonido “j”, como lo explica Marinella Miano, profesora de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).En esta comunidad, los homosexuales no son rechazados, pues la gente cree que tienen dones especiales otorgadas por Dios. A las lesbianas se les llama “ngui'ú” pero no son aceptadas socialmente y esta palabra puede ser usada como insulto.
Si una madre se da cuanta de que uno de sus hijos se comporta más como niña que como niño, lo educará para ser “amo de casa” y cuidar a los hermanos, a los enfermos y a los ancianos. No hace ningún drama; es más, para ella esto es como una bendición. La función del muxe tiene relación con todo lo que es el arreglo del cuerpo, de los lugares y de las casas. Son estilistas, diseñadores de moda, decoradores, brujos y curanderos. Además, inician sexualmente a los chavos, ya que los adolescentes tienen prohibido acostarse con mujeres antes de casarse, para preservar la virginidad femenina.
Los muxes enseñan lo que es el cortejo, la seducción y cómo tratar a una mujer, toda una serie de cosas que tienen que ver con la sexualidad, pero esto no significa que estos adolescentes sean homosexuales, porque aquí se considera homosexual únicamente al hombre que se viste de mujer y que juega el papel pasivo en las relaciones sexuales.
Los nawiki
En la comunidad tarahumara, a los homosexuales se les dice “nawíki” o “renéke” en esta comunidad. “Nawi” significa “el que canta” y se usa para los hombres; mientras que “rene” significa “la persona que le gusta tener sexo con otra persona de su mismo sexo”, y aunque no importa que sea hombre o mujer, se identifica más con ellas.
A últimas fechas se ha integrado el término de “osexuales”, una adaptación de “homosexuales”. La comunidad rarámuri acepta bien a los homosexuales: un hombre puede casarse con otro hombre, aunque no haya un ritual de por medio, simplemente se juntan y llevan una vida tranquila.
De acuerdo con Juan Carlos Pérez, coordinador de un proyecto de educación sexual para jóvenes en la Sierra Tarahumara, el renéke tiene la fuerza de dos hombres, porque son hombre y mujer, aunque casi todos adoptan el papel femenino, se ocupan del hogar y se visten muy coloridamente.
¿Paraísos gay?
Sin embargo, estas dos comunidades no son un paraíso gay, pues aunque exista aceptación hacia los hombres homosexuales, las mujeres no tienen el mismo valor. Además, al homosexual se le utiliza como objeto erótico y pueden llegar a presentarse algunas agresiones.
Juan Martínez nació en el municipio de Chinameca, ubicado al sureste de Veracruz, casi llegando a Tabasco. No es indígena de sangre pero sí de corazón, porque ha convivido por más de 15 años con las comunidades nahuas y popolucas de Soteapan y Pajapan.
Contrario a la creencia general, no piensa que su estado sea un lugar especialmente tolerante hacia los homosexuales, porque quien se traviste es aceptado por encimita, pero le son negados espacios de trabajo y son usados sexualmente.
Antes de la conquista
Es difícil conocer la forma en que las culturas prehispánicas veían la homosexualidad, debido a la destrucción de los códices, el rompimiento de la tradición oral y la manipulación sobre las prácticas sexuales de los indígenas. Fray Bartolomé de las Casas afirma en sus libros que en algunos pueblos mayas de Guatemala los jóvenes enviados a los templos practicaban el “grave pecado de la sodomía”, pero apunta que se toleraba este “vicio” para evitar que los jóvenes embarazaran a las muchachas antes de cumplir los 30 años.
Fray Bernardino de Sahagún afirma que para los pueblos del centro, el ideal de comportamiento era ser “varonil”, mientras que un hijo podía ser indeseable por “afeminado”. De los originarios de Tlaxcala, los historiadores Juan de Torquemada y Diego Muñoz Camargo decían que había hombres afeminados en traje de mujer, que eran menospreciados y que los pueblos tenían “por grande abominación”, mas no era castigado.
El teólogo Pedro Sánchez de Aguilar consigna que cuando los indios se emborrachaban con pulque y hacían sus ceremonias antiguas, le daban rienda suelta a los vicios carnales, incluida la sodomía. Comparados con los nahuas del centro de México, los textos hacen parecer a los pueblos mayas como sociedades más tolerantes hacia las actividades sexuales premaritales, las relaciones homosexuales y el adulterio femenino.